domingo, 25 de julio de 2010

La voluntad de Dios es muy bueno para nuestra vida

Lo que esperamos y deseamos a veces es incompatible con la realidad que experimentamos. Algunos quieren pasar los exámenes, y que no les vaya mal y que no sea estresante. Algunos esperan pronto tener hijos en su matrimonio, incluso por años no se ha dado un regalo así. Hay gente que quiere encontrar rápidamente un trabajo, pero no siempre lo encuentran. Hay gente que quiere ir a casa y reunirse con su familia, pero a veces en realidad se queda con la idea en el camino.
Por lo general, cuando lo que deseamos y esperamos de conformidad se hace real, nos sentiremos felices. Por el contrario, si no se cumplen, nos ponemos tristes, nos estrésanos, no comemos, no bebemos y la desesperación, desilusión vienen con todo esto y, finalmente, nos enojamos con Dios. Entonces después de todo lo que no hemos podido realizar ¿todavía tenemos esperanza? ¿O la hemos perdido?
Para nosotros como creyentes, la esperanza es algo muy importante. De hecho, en mi opinión, las personas que viven sin esperanza es la gente que vive en la muerte. En la segunda lectura de hoy, San Pablo nos recuerda lo importante que es tener esperanza y saber a quién debemos esperar. También dice que "Cristo los hizo revivir con él, perdonado todas nuestras faltas." En Cristo, debemos poner las esperanzas y nuestras oraciones.
En Cristo, vamos a encontrar a un Dios que es bueno. Y nos pondremos lo mejor de Dios. El evangelio de hoy nos muestra cómo Dios es tan bueno y tan cercano a nosotros que lo podemos llamar Padre. “Si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, cuanto más Dios nuestro Padre nos dará el espíritu santo a aquellos que se los pidan”. El Padre del cielo que es bueno de corazón, seguramente dará lo que necesitan sus hijos. Por supuesto, la petición al Padre también debe ir acompañada de un real compromiso, como se muestra en la parábola en donde un amigo va en la noche y le pide pan a su vecino. El no tendrá vergüenza de darle pan a su amigo. Así nuestra petición no será en vano.
La buena noticia del evangelio de hoy nos invita a tener esperanza. Aquellos que desean, deben luchar, deben pedir al Señor y deben buscar para conseguir tener esperanza. Los que tienen esperanza, deben enfrentar los desafíos y obstáculos como un disparo para conseguir la gracia de Dios. No debemos tener vergüenza de luchar e intentar todo lo que se nos presente en la vida.
Para construir la esperanza debemos discernir en esta vida todo lo que Dios nos quiere entregar. Debemos tener en cuenta tres cosas a saber, por el bien de nosotros mismos, por el bien de los demás y por la bondad y la voluntad de Dios. Al igual que Abraham en la primera lectura de hoy, nosotros también debemos hacer que nuestra esperanza sea para el bien de los demás. La Buena Nueva de nuestra esperanza debe ser buena y bendición para los demás. Y una cosa que debe importarnos es que todos debemos esperar en el marco del plan, la bondad y la voluntad de Dios. Y por sobre todo, la esperanza y la voluntad de Dios que debe suceder en nuestras vidas. Esa debe ser la esencia de nuestra oración que pidamos a Dios que cumpla todas nuestras esperanzas y anhelos. Porque creemos que Dios es tan bueno y sabe todo lo que es mejor para nuestras vidas.
Vamos a aprender vivir en la esperanza y la voluntad de Dios ahora y siempre por los siglos de los siglos.

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